miércoles, 28 de noviembre de 2007

Algo está cambiando en la sociedad de las nuevas tecnologías


El cambio más importante, y tomo la idea de Rafael Casado, se refiere a que la sociedad civil está empezando a liderar el nuevo diseño social. Lo que contrasta con el pesimismo del siglo anterior, en que se veía como inevitable que el determinismo tecnológico, unido al poder de las Grandes Corporaciones, nos conduciría a una sociedad administrada, es decir, totalitaria.

El actual debate en torno a la blogosfera (Tíscar, Estalella) evidencia unas tensiones muy fructíferas entre los procesos identitarios de individualización y de socialización en la Web 2.0.

Escribe Vicente Luis Mora: “lo que me interesa de estas visiones es que las de los escritores son tan sensatas y profundas como las de los filósofos, lo que implica que algo ha cambiado...”.

La tarea: configurar una sociedad de la información y adquisición de conocimientos, no sólo a través de los datos, sino de la retórica de la imagen y la formación de sentimientos. Las necesidades de lo virtual son las viejas aspiraciones de lo real: salvar las apariencias y dar aliento a los objetos.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Doña Soledad Ortega Spottorno


En la retina el poso de unas imágenes propias de La España negra, vistas hace tiempo en un documental. Son de una modesta comitiva despidiendo el féretro en un pequeño pueblo castellano. Alguien pregunta: ¿quién es? Una respuesta: “nadie”. Una apostilla: “Pues eso soy yo: nadie”. Lo dice una mujer menuda, muy bien arreglada, de gesto vivaz, que transmite una energía serena, más allá de la queja amarga. Es doña Soledad Ortega Spottorno, hija de Ortega y Gasset. Son las imágenes de su vida, bien distintas, pero entrelazadas, con las que dedicó a su padre en una publicación memorable.

Doña Soledad no habla sólo de si misma, sino que, explica, en ese “nadie” se encierra lo que han sido las mujeres españolas: sufrieron tanto o más que los hombres, pero sin tener sus derechos. Paradójicamente en el “no era nadie” se encerraba el mejor elogio que se podía hacer de una mujer. Como si la visibilidad póstuma se lograra a costa de una invisibilidad vital. Una mujer, ella, que sólo pudo salir a la palestra cuando, decía, se habían retirado los hombres.

Nació en 1914 y guardaba como un tesoro el recuerdo de una mirada que le transmite su madre, doña Rosa: la de dos personas muy especiales inclinadas sobre su cuna. Acaban de llegar de un acto apoteósico: el discurso sobre “Vieja y nueva política”. Son Pérez de Ayala, el amigo, y su padre, el orador.

El resto no es silencio. Perteneció a una generación, ya casi ida, que representaba a la perfección lo que Ortega denominó como la persona “elegante”, que se elige y se exige, en una especial mezcla de cortesía y generosidad. Continuadora de las “empresas” de su padre, puso en pie la Fundación José Ortega y Gasset. En el despacho de la primera planta, como presidenta y, luego, habiéndose sabido retirar a tiempo, en el más pequeño de la segunda. De ambos salieron los impulsos de las Obras Completas, el día a día de la Revista de Occidente y la atención exquisita a quienes se interesaban por el legado de su padre. Que ya le quiso corresponder en vida con la dedicatoria del que iba a ser su principal libro, el Epílogo, grávida ella de su primer hijo. Escrito ahora el epílogo de su vida, descanse en paz.

sábado, 17 de noviembre de 2007

De las utopías digitales a las utopías limitadas

Adjunto en MATERIALES el guión en PDF de la Conferencia “De las utopías digitales a las utopías limitadas”. Para la I Conferencia Internacional “Ciberciudanía y Derechos digitales. Gobierno Electrónico y Nuevos Derechos Humanos”, organizada por fiap .

jueves, 15 de noviembre de 2007

5. La extranjería. Houellebecq y el nihilismo tecnológico.


¿Quién es Houellebecq?
Responde uno de sus personajes: “una especie de Zaratustra de las clases medias”.
¿Qué es toda su obra?
Un inmenso bostezo seguido de una observación cínica.
De Schopenhauer ha sacado la convicción de que el hombre no merece la pena vivir.
Del romanticismo negro el aburrimiento del propio yo: tener que vivir con un fantasma que se me parece.
¿Qué es lo único que queda?
El paréntesis estético.
La primera fase del mismo es el humor y la ironía.Respondes a la brutalidad del mundo agrediéndole, ganas mucha pasta y encima te llaman humanista. Pero “nunca te devuelve la alegría”.
La segunda fase es la solución biotecnológica.Llegar a ser poshumanos mediante técnicas transhumanistas. De momento, neohumanos y más allá, los Futuros, los seres de silicio.
¿Existe la posibilidad de una isla?
Es la extranjería biotecnológica del neohumano Daniel 25, que ha alcanzado la “inocencia”, la indiferencia perfecta hacia la individualidad, el automatismo feliz de la marioneta de Kleist.
Pero que a la postre se rev(b)ela como una versión avanzada del extranjero de Camus, un producto averiado de la ingeniería genética de Sloterdijk,(son los mejores) con la que cierro este ciclo de entradas.
“Me bañaba durante mucho tiempo, al sol y a la luz de las estrellas, y no notaba nada más que una leve sensación oscura y nutritiva. La felicidad no era un horizonte posible. El mundo nos había traicionado. Mi cuerpo me pertenecía por un breve lapso de tiempo; yo jamás alcanzaría el objetivo asignado. El futuro estaba vacío; era la montaña. Mis sueños estaban poblados de presencias emotivas. Yo era, ya no era. La vida era real”.
Son algunos de los problemas de la vida en tiempo real.

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Humanismo tecnológico

Rafael Casado, presidente de fiap, me propone la siguiente "minientrevista" con ocasión del evento "Ciberciudadanía y Derechos humanos. I Conferencia Internacional. Gobierno Electrónico y Nuevos Derechos Humanos".

1.- Vd. sostiene que los hombres “somos seres tecnológicos”. ¿Quiere esto decir que es necesario redefinir el concepto que hasta ahora teníamos del ser humano?

Sí. El hombre occidental ha tenido el aciago destino (fruto de su tradición platónico-cristiana) de verse a sí mismo desde fuera (lo que le gustaría o debería ser) olvidando lo que es. A ello ha contribuido decisivamente la cultura idealista (basada en dualismos como mente-cuerpo, verdad-ficción, real-virtual), que se prolonga en los idealismos digitales. No somos seres digitales, ni transhumanos, ni poshumanos, escasamente cyborgs, sino seres tecnológicos, es decir, humanos, o en camino de serlo.
Las NT son hoy día una oportunidad única, un factor decisivo de humanización, si somos capaces de pasar del “autismo interactivo” a la participación ciudadana.

2.- Habida cuenta de que los avances tecnológicos están diseñados y controlados, al final, por muy pocas manos, y que en su desarrollo priman los intereses económicos, ¿hasta qué punto es viable alguna suerte de humanismo tecnológico?

Todo depende de nosotros. El sujeto no son las tecnologías, sino nosotros mismos. Así que menos discursos sobre “el poder”, “el impacto”, “la democratización”....de las tecnologías, incluso con buenas intenciones, pero que, al fin y al cabo, son discursos de la exterioridad. A diferencia del siglo pasado estamos convencidos de que las tecnologías no cambiarán nuestras vidas, pero sí de que con ellas podemos cambiar nuestras vidas. El humanismo tecnológico sólo es posible si técnicos y pensadores trabajan juntos; si, a pesar de todos los controles, no sólo somos capaces de dar un uso distinto de las tecnologías, sino que creamos tecnologías distintas para los nuevos fines.

3.- “Las nuevas tecnologías están llenas de viejas metáforas”, dice. ¿Se trata de una treta del mercado que recurre a la fascinación de las palabras para evocar imaginarios ancestrales, y con ello hacer valer más sus productos, o de una seria incapacidad del hombre tecnológico para aprehender de verdad la nueva realidad?

Las dos cosas. De alguna manera, vivimos de vendernos y de vender a los demás. En sentido real y metafórico. Las metáforas son extensiones del conocimiento que revelan nuestro poder y nuestra impotencia. Creo que sigue siendo acertado el diagnóstico de que nuestra época se caracteriza por un “arcaísmo cultural y modernismo tecnológico”. No tenemos todavía una cultura de las nuevas tecnologías. Las metáforas son un instrumento de doble filo: podemos ampliar con ellas el conocimiento o pueden inducirnos a llevar una existencia metafórica. Creo que nuestro reto ahora es el de realizar lo virtual y no el de virtualizar lo real.

viernes, 2 de noviembre de 2007

EL GRAN HERMANO POSMODERNO


Las distopías del pasado siglo nos advirtieron sobre las formas modernas del poder ejercido de modo totalitario. Pero también lo hicieron, y suele pasarse por alto, sobre sus manifestaciones posmodernas. Las primeras se referían a su presente inmediato, las segundas al futuro que ya estamos viviendo. Ambas conviven ahora sin demasiados problemas.
Antes era más fácil reconocerlo en la palabra y los símbolos: su fuerza y agresividad invadían la existencia y nada escapaba a la atenta mirada que nos protegía de nosotros mismos. El Estado, ese gran Leviatán, empezó a mostrarse con rostro humano, un rostro hecho de todos, de los políticos, de los filósofos, una cabeza que reunía todas las cabezas, como la dibujara premonitoriamente Kubin. El poder iba de frente y la resistencia también.

Pero las estrategias del poder cambian, no así la finalidad de su ejercicio, y el GRAN HERMANO no quiere ya ser temido, sino amado. Lo sublime posmoderno ha mutado el antiguo terror en algo atractivo y delicioso. La grosera propaganda es ahora amable publicidad que lo invade todo, sin necesidad de guerras coloniales al viejo estilo. El poder es dialogante, se muestra cercano, hasta un poco débil y se deja querer. Está un poco apesadumbrado por la creciente desafección del ciudadano respecto a lo político, pero eso es un acicate más en el desempeño de su sacrificada misión.
Hay más libertad de expresión que nunca, y reconoce hasta los derechos humanos de cuarta generación, promueve las nuevas tecnologías para que todos digan algo y así pocos tengan algo que decir. Apoya al arte contemporáneo, que no molesta a casi nadie, y es un buen ejemplo de la clonación cultural de las diferencias. Y entonces, se pregunta el GRAN HERMANO, ¿para qué la clonación física, si ya tenemos la clonación cultural?